Lo reconozco. Sé que tenía que haberte escrito antes. Sé que en alguna ocasión he empezado a escribirte una carta y por una razón u otra he tenido que dejarla a medias. Y es que Umpitas, en la fábrica de hipocondríacos siguen sin cansarse de hacernos pruebecitas de las suyas. A cada cual, más bestia... Pero va quedando menos. ¡¡Ya sólo queda una semana!!
Pero bueno, entre ascenso y descenso del ST (no de los pacientes... sino míos... porque vaya la opresión torácica que me entra cuando salgo de casa para cada una de las dichosas pruebecitas) algo se puede ir contando.
¿Algo? Todo...
- Hace casi un mes que abandonaste definitivamente la infravivienda. Yo la he abandonado a medias. Hoy es mi último día. Mientras tanto, estamos en el exilio (de acogida en el home sweet home del enanito de dos metros)
- Tu vida en el exilio da para otra carta... (pronto, te lo prometo... en una semana la tienes)
- Desde entonces, yo aparezco por la infravivienda nada más que para hacer las dichosas pruebas de la fábrica.
Pero, ays, Umpitas... la infravivienda sin ti no es lo mismo. Hasta espécimen R. me decía el otro día que se te echaba de menos.
Estarás tu tan ufano, pensando en lo buenísimo que eres, lo que se echa de menos la ametralladora congénita, lo que se echa de menos tu ñoñismo a destiempo...
Nada más lejos de la realidad.
Tu ausencia es, sin duda, algo que de vez en cuando se agradece. Tanto es así, que estoy completísimamente segura de que las cohabitantes de la infravivienda (yo incluída) el último día que pisaste aquí pronunciamos mentalmente y de manera simultánea algo así como: Que lleves tanta paz como descanso dejas.
El descanso lo dejas... Sobre la paz que llevas.. podríamos discutirlo un poco más. El enanito de dos metros el otro día, ante un momento maníaco de los tuyos dijo medio con un suspiro de desesperación: Ay que ver el Umpa..., donde va, la lía.
Después de esta breve introducción te preguntarás que qué se echa de menos de ti...
Son esos detallitos que me hacen pensar constantemente: "me falta algo..." "me he dejado algo..." Pero que a su vez me producen realmente una nostalgia inigualable. Aunque lo máximo que pasemos sin vernos sean un par de días.
Procedo:
- Momentos cocina:
Preparo con esmero una sandwich, con su pavo, su quesito... Esas cosillas.Me falta algo... Mmmm ¿tostar el pan? No... ¿Qué le echaba yo? ¿Qué le echaba yo a esto? Era algo más... ¿no? O no... ¿Qué me falta?
Ahhhh, leñe... me falta la pata tonta del Umpa intentando alcanzar un plástico absurdo en algún rincón de la cocina y mientras merodea pseudomaullando a ver si le cae algo...
- Momento cuarto de baño:
No hay un Umpa persiguiéndome cual cánido faldero y emitiendo pseudomaullidos odiosos a la espera de la salida de la ducha.
- Momento entrar en la habitación...
... Y esa extraña sensación de que tienes que hacer algo para que te dejen pasar... Decir una contraseña o algo... ¿qué era? AHHHH, darle un trozo de barrita al Umpitas exigente...
- ¡¡¡Momento dormir!!!!
Media hora para prepararlo todo. Que no, Umpitas, que tú bien sabes que a mí... de ordenada desde luego no se me puede definir, eso está clarísimo...
¿En qué empleo tanto tiempo, pues?
Guardar rotuladores, quitar esos pendientes de en medio, ¡¡guardar el cable del ordenador!! (nota mental: IMPORTANTE), poner algo acolchado (la ropa sucia del día, por ejemplo) debajo del lugar donde voy a situar el móvil, quitar los apuntes de la zona de la mesa que cae junto a la ventana izquierda, guardar las gafas en el primer cajón de la mesilla, dar la vuelta a la papelera si sólo hay "guardabarritas" del Mercadona...
Después de todo este protocolo diario... apago la luz y me invade la soledad. No hay una ametralladora congénita trepanándome el cráneo, destruyendo las pocas neuronas que deja con vida la fábrica de hipocondríacos. No hay un Umpitas que...
...¡¡CLARO!! He perdido 30 minutos de mi vida... No hay un Umpitas que tire los rotuladores, no hay un Umpitas intentando acceder al cable para moderlo, no se escucha caer el móvil sobre la zona acolchada como cada noche, no hay nadie que intente dar la vuelta a la papelera para comerse el papel que envuelve a las barritas (hay fotos y vídeos, no puedes negarlo...), etc, etc, etc...
De pronto, enciendo la luz y me concedo ¡¡ el capricho del año!!: Dejar las gafas encima de la mesilla sin miedo que se se suiciden cuando vean aparecer al Umpa...
Y paso una noche feliz... y ellas también.
Eso sí... reconozco que me cuesta conciliar el sueño después de casi dos años durmiéndome cada noche al arrullo de la ametralladora congénita...
Dulces caricias
PD: Sólo tengo esa foto disponible ahora mismo en la infravivienda. La hizo el enanito de dos metros el otro día para que observase cómo sufrías mi ausencia...