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jueves, 2 de junio de 2011

El día en que contribuiste a mi hipocondría

Querido Umpa Lumpa,


El súper-casero sigue sin aparecer, así que el protocolo de actuación frente a la emergencia queda temporalmente aparcado. Seguramente no se pase a vernos hasta que no vayamos a abandonar el 4ºA.


Y es que Umpitas, resulta que en la fábrica de hipocondríacos nos vuelven a dar un período de reflexión para que leamos y pensemos en lo que hemos leído. Y como viene siendo lo habitual, nos harán unas estúpidas pruebas para que cuando llegue el momento podamos demostrar que somos unos hipocondríacos de los pies a la cabeza. Vamos, lo de todos los años.


Lo que no consigo entender, Umpa, es por qué no me dejan saltarme las pruebas... al menos las de este año. Francamente, creo que me estoy convirtiendo en una hipocondríaca de primera, y eso tendría que tener una recompensa... Tú mismo lo has visto, no tengo que aportar más pruebas:


-El otro día, tras una de las múltiples crisis maníacas que te dan (que si ahora corro y salto al sillón y en medio segundo estoy en  la otra punta del pasillo, y vuelvo a correr y te muerdo un pie, y de paso salto a por una mosca que ha pasado por delante...) te paraste en seco. Fijaste tu mirada en mí. Abriste la boca y comenzaste a hacer un jadeo disneico impropio de cualquier estúpido felino. Supuse, por tanto, que también era algo impropio de un Umpa Lumpa. 


Pero no, Umpitas, no. Yo me enfrento a la patología con suma diligencia y frialdad. Así que en ese momento comenzó mi máquina hipocondríaca a funcionar: ¿qué le pasará a mi Umpa Lumpa? ¿Insuficiencia cardíaca? ¿Arritmia?... Vale, la idea de arritmia caló enseguida en mi mente... Y claro, en una milésima de segundo me puse en la peor arritmia que encontré: Ok, taquiarritmia ventricular. Toma ya... vamos que podía irme despidiendo de ti...
En cuestión de eternos segundos y cual heroína de serie típica americana, agarré el fonendoscopio y grité mentalmente: ¡¡Varón (bueno,no exactamente...), 9 meses, fibrilación ventricular inminente!! 
Llegué a ti, te ausculté. Mordiste el fonendoscopio y comprendí que nadie con una fibrilación ventricular tiene ganas de ponerse a morder con todas sus ganas... Y por muy Umpa Lumpa que seas, no vas a ser tú ahora más que nadie...


Por supuesto, en 30 segundos te volvió a dar una crisis maníaca y tú tan tranquilo. Ahora, la que se llevó la taquicardia fui yo. 
¿Es, o no es razón suficiente para que me aprueben por la gorra patología general y me concedan el ascenso?
Pues según los jefecillos de la fábrica, no.


Así que nada, Umpitas, que me toca ponerme a leer documentos toda la tardecita. Y así seguirá siendo hasta dentro de más de un mes...


Traicionándome con L.
Por cierto, querido Umpa Lumpa, quería rectificar sobre la última carta que te había mandado. A través del correo electrónico recibí una confidencia. Resulta que L. sí que es tu espécimen humana preferida. Y que cuando yo no estoy en casa, en un increíble acto de traición, pasas tus ratos con ella. ¡Y HAY PRUEBAS! (a tu derecha tienes una de ellas)
Quizás tu íntima amistad con L. explique algunas características de las que te hablaré en otro momento.


Dulces caricias


PD: Aunque sigue habiendo cosas importantes que contar, prefiero esperar Umpitas... disfruta del tiempo que te queda en el 4ºA.