jueves, 10 de octubre de 2013

Es muy bueno... Es muy tranquilo...

Querido Umpa Lumpa,

Mi ausencia en estas cartas ha sido debida a mi vida de ermitaña durante dos semanas sin internet y a un brote de vaguería extrema que me entró hace unos 26 años (y que todavía no hay indicios de que me vaya a curar)

Pero no, Umpitas... si te pensabas que te ibas a librar de esta, vas listo, cariño. 

Hace casi 3 semanas desde que me volvieron a reclutar en la fábrica de hipocondríacos. Dicen que ya no nos queda nada para darnos el dichoso título. Para colmo, me he metido en un berenjenal típico de todos los trabajadores de las fábricas de hipocondríacos de este nuestro país: academia de preparación de hipocondríacos. Consiste en que además de estar trabajando toda la semana, trabajas los sábados también, pagando una cantidad no desdeñable, a cambio de que supuestamente te preparen para el MIR (ya te lo explicaré en otro momento con más amor, cuando se me pase el cabreo... ¡¡JA!!)

Al grano, querido Umpa...

Pretendía contarte con toda la ilusión del mundo, que ¡¡¡estrenamos casa!!! Debido a que las especímenes infrahumanas con las que convivimos unos meses el año pasado nos hicieron la vida imposible, decidimos que para preservar nuestra escasa salud mental,  este último año de fábrica tú serías mi único compañero de piso.

La búsqueda del zulo no fue sencilla. Cuando lo encontré, me topé de bruces con el gran inconveniente: "Prohibido animales". Y con otro inconveniente más: Doña Manuela (la casera, que es un amor) reside justo debajo del zulo, así que ocultarlo era inútil. 
Debido a mi incapacidad innata para mantener una conversación normal por teléfono, delegué en el enanito de dos metros, quien con tal de librarse de mí no puso mucho inconveniente.
El resultado fue algo parecido a lo siguiente:


Enanito: No te imaginas la trola que le acabo de contar...
Yo: Whaaattt?
Enanito: Le he dicho que el Umpa es muy bueno... que es muy muy tranquilo, que no va a dar ningún problema... Que ni se le siente...
Yo: JAJAJAJAJAJA 

Desde ese día, te repetí nosécuantísimas veces que ya no podías dejarme mal. 

Pero tú, hijo mío, no te aguantas las ganas de hacer una entrada triunfal.

Anoche te notaba yo con un exceso de tranquilidad impropio. Estabas tumbadito, con la cara de buena persona que de vez en cuando pones, incluso dando suspiritos de estar disfrutando de un profuuuundo sueño. 
Tendría que haberme dado cuenta...

Cuando estás así, suelo ser de las que en vez de pensar cursilerías  como :"Qué ternura... ¿qué estará soñando?" , pienso...: "Qué pavor... ¿qué estará maquinando?"

A los pocos minutos, sin haberme percatado apenas de tu ausencia y ya bien entrada la noche un ruido descomunal me levanta del sillón. En milisegundos mi mente analiza todas las cosas que hay en la habitación susceptibles de ser destrozadas... y no caigo en qué ha podido ser.

Umpada al canto. La cortina en el suelo... Y en mi mente resonando con fuerza la frase del enanito...¿¿No querías Umpa??... ¡¡PUES TOMA UMPA!!


Ni que decir tiene que a ti esto no te creo ni medio remordimiento de conciencia... A los pocos minutos estabas como si la mala de la peli fuera yo...

Pero esto no va a quedar así... oh, no... esta vez no.

Después de analizar tu caso desde su punto de vista profesional y tras revisar algunas de tus conductas, alguien especial me hizo llegar el otro día un libro con la que él consideró la única solución al problema:

Euranasia en los Animales de Compañía

Lo había desestimado, porque con los años creía que te tenía algo de cariño... Pero ahora mismo abro el plástico y empezaré una lectura meditando en el tema... 

Intentaré retomar las cartas más seguidas con un poco más de calma... porque tengo miles de cosas que contarte.

Ve buscando alternativas a la eutanasia mientras intento que no nos echen del zulo... 
He dicho.

Dulces caricias